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Güebona bitácora más que peich...

Invierno en el jardín de La Parca -- Capítulo 21

No podía dejarme matar. No ahora. Había gente que salvar. Con ese pensamiento, me revolví como pude y lancé patadas, haciendo retroceder a los salvajes, que no se esperaban esa reacción, lo suficiente como para poder levantarme. Noté que mi pierna derecha tenía dificultades para tenerme en pie, pero no le hice caso y esperé a que hiciesen su movimiento. El primer salvaje se lanzó con el garrote por encima de su cabeza, mientras el segundo llevo sus brazos atrás para dar el golpe lateralmente desde la izquierda. Tenía mi movimiento claro, así que esperé hasta el último segundo y me aparté lanzándome hacia la izquierda. El garrote siguió la trayectoria y golpeo el aire, mientras el primer salvaje golpeaba hacia abajo y lo único que se encontró fue el garrote de su compañero, que le golpeó con fuerza su brazo derecho. Antes de que pudiese reaccionar, le acuchillé el cuello varias veces. El salvaje se llevó las manos al cuello, pero ya era tarde. El segundo salvaje vio la escena y, consciente sin duda de que su error le había costado la vida a su compañero, se lanzó hacia mi, tan enfurecido y rápido que no me dio tiempo a reaccionar y los dos caímos llevados por su ímpetu. Pero no me había desarmado, así que liberé mi mano y mientras el intentaba morderme y estrangularme, yo le acuchillé repetidas veces el hígado y los riñones, hasta que su vida se apagó de sus ojos, desplomándose encima. Lo aparté y me levanté, lleno de sangre y con varios huesos rotos, preparado para el siguiente combate. Pero el combate había acabado. Los pocos salvajes supervivientes estaban huyendo hacia el bosque. Miré hacia el campamento y vi a varios refugiados de pie y tumbados, todos heridos, algunos graves y alguno muerto. No había miedo en sus caras; había orgullo. Habían luchado contra un enemigo más numeroso y habían vencido. Se habían probado que merecían vivir. Los miré a la cara a todos, a John, a Quentin, a Vanessa, a Angie... me quedé mirándola y ella sonrió. No se por que, pero le devolví la sonrisa, saludé con un gesto desganado al resto del campamento y, girando sobre mis talones como pude, me fui cojeando.

3 comentarios

ComeCocos -

A ver cuanto le dura...

La Gusa -

¡Mucho Machoo!XDDD

Yhiane -

Que macho k es... Llega, casi lo matan, los salva, y se marhca.