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Güebona bitácora más que peich...

Invierno en el jardín de La Parca -- Capítulo 25

Desperté en una cueva. Miré alrededor y me di cuenta de que era  mi cueva. Fui a levantarme, pero me lo pensé mejor y me fijé en mi cuerpo. Estaba desnudo y lleno de magulladuras y vendas. Alguien me había traído hasta aquí y me había vendado, aunque no de forma demasiado profesional. Tampoco importaba, por suerte después del incidente era insensible al dolor y además había descubierto que me curaba más deprisa. También había descubierto que mi fuerza había aumentado casi a un nivel sobrehumano y además poco a poco iba aumentando, al mismo tiempo que mis músculos se endurecían. No podía saberlo, pero creía que de alguna forma aquello que casi me mató en la saliva del zombi había interactuado de alguna forma con mi cuerpo, probablemente a nivel genético incluso, haciendo que mis tejidos se regenerasen más rápido y generando fibras musculares cada vez más densas, aunque visualmente mi masa muscular no había variado significativamente. Desde luego, si este proceso se daba también en los muertos vivientes la próxima vez que me encontrase con uno iba a estar en serios aprietos, aunque, al menos hasta donde sabía gracias a mis visitas al pueblo, los muertos necesitaban comer algo vivo para mantenerse activos, apagándose poco a poco si no conseguían su alimento.

Me levanté sin demasiado esfuerzo y comprobé que ya no respiraba con dificultad. Cogí ropa del arcón que usaba como armario y me vestí sólo con unos pantalones. En la estancia estaban mis armas y, aunque desconfiaba de todo y de todos, decidí no coger ninguna. Quien me hubiese salvado no sería enemigo si me había dejado con mis armas... ¿o sí? Deseché todos mis pensamientos paranoicos y salí de la recámara de la caverna hacia la parte principal. Al salir observé que todo estaba en su sitio con la excepción de un gran lobo echado en el medio del pasillo que llevaba al exterior, lobo que ya había visto y al que me había enfrentado. Sin embargo, ahora parecía tranquilo, y se confirmó mi percepción cuando no hizo ningún tipo de ademán de atacarme. Así que pasé por su lado y me dirigí hacia el exterior...

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