Invierno en el jardín de La Parca - Capítulo 3
Me giré, preparado para enfrentarme a lo desconocido. Delante de mí tenía un lobo. Los lobos habían empezado a bajar de las montañas y recuperaban las zonas que el hombre le había arrebatado. Ya me había enfrentado a alguno, y siempre había conseguido espantarles haciendo ruido con un disparo o bien les había dado esquinazo, pero nunca había dejado que se me acercasen tanto. Y estaba armado sólo con un cuchillo. Estaba en un problema.
El lobo estaba aparentemente solo, pero estaba tan cerca que no podía hacerme con el cuchillo sin miedo a que no me diese tiempo antes de que me atacase, así que no hice ningún movimiento brusco. Estuvimos contemplándonos un rato, midiendo las fuerzas de cada uno. Era una bestia magnífica, un ejemplar enorme y de una belleza increíble. Me mostraba sus afiladamente mortales dientes mientras decidía si atacar o no. Yo miraba fijamente sus ojos, intentando mostrar mi carencia de miedo e imponer mi voluntad a la suya. Si funcionaba en las películas no se porque no iba a poder funcionar en la realidad.
Saltó hacia mi cuello sin previo aviso, y sólo me dio tiempo a apartarme ligeramente a hacia un lado, dejando la dentellada mortal a pocos centímetros de mi cara. Casi al mismo tiempo, contraataque con un puñetazo lanzado con toda mi fuerza al costado del lobo cuando aun estaba cayendo del salto realizado. Esto hizo que el lobo se desplazase en el aire casi un metro y medio, más de lo que esperaba para un bicho tan grande. El lobo parecía sorprendido, y antes de volver a lanzarse volvió a sopesarme. Sin duda, el lobo era viejo, y tenía la suficiente experiencia para saber cuando una presa es fácil y cuando no. Yo por mi parte me quede en mi sitio, observando cual iba a ser su próximo movimiento. El lobo soltó un gruñido bajo y, cuando hubo comprobado que no le iba a atacar si el no me atacaba, se dio la vuelta y se fue por donde había venido. Me quede un rato observándole...
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