En cartelera: El príncipe Caspian
Esta semana la cartelera está más cargada que las anteriores, y el gran estreno del 4 de julio ha sido la secuela de las Crónicas de Narnia. Si en la primera parte nos encontramos con la historia de los 4 hermanos Pevensie y la liberación de Narnia del dominio de Jadis gracias a Aslan el león, en El Príncipe Caspian nos encontramos con que los hermanos, interpretados por William Moseley, Georgie Henley, Anna Popplewell y Skandar Keynes (Peter, Lucy, Susan y Edmun, respectivamente), son llevados de nuevo a Narnia gracias a que el príncipe Caspian (Ben Barnes) toca el cuerno que Susan llevó cuando fue reina de Narnia.
Los 4 hermanos se encuentran con una Narnia prácticamente destruida por los telmarinos, que en todo momento recuerdan a los españoles (esos cascos, esas máscaras con barbas), gobernados por el príncipe Caspian hasta que el tío de este, Miraz (Sergio Castellito), tiene un hijo de su mujer Prunaprismi (Alicia Borrachero), y decide asesinar a su sobrino. Este sale de allí ayudado por su maestro Cornelius (Vincent Grass) y, tras encontrarse con enanos (llamados nanianos en la película), toca el cuerno, trayendo, como ya he dicho antes, de nuevo a los antiguos reyes de Narnia. Después de ese momento, una serie de aventuras y desventuras harán que los hermanos y el príncipe acaben liberando Narnia del cruel influjo de los españoles, esto, de los telmarinos, con un mogollón de fx por en medio bastante más cuidados que en la primera película. ¿Y el guión? Bueno, mejor hilado que en la primera parte, pero rodado bastante pobremente. ¿Y por qué digo esto? Por que el director copia de manera descarada planos e ideas de otras películas, y a veces no sabes si estás viendo El príncipe Caspian, La princesa prometida, Ivanhoe, 300 o Shreck, y además lo hace en un metraje excesivo; 145 minutos que se hacen largos.
A pesar de todo, no es una mala continuación de la saga, al que le guste la primera le gustará esta y probablemente le gustará la siguiente, esta vez sin los dos hermanos mayores, que ya no dan el pego como niños o adolescentes; sólo hay que ver a Anne Popplewell, bastante más voluptuosa que en la primera película y por eso le hacen ir con unos corsés que la constriñen de mala manera y que le hacen estar todo el tiempo con cara de faltarle la respiración.
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